sábado, 18 de enero de 2014

Novela

Atrapado 
Chapter 3   —   
Cuando tu vida pierde ese significado que tanto estabas buscando, ya no queda nada a lo que aferrarte. Si lo sé, y lo entendí en este momento, aquí sentada en mi camioneta, tratando de encontrar el coraje necesario para entrar por la puerta de esa gigante casa que alberga solamente a dos almas. Dos almas tan diferentes y tan distintas que no parece que se hayan unido para ser una sola.
Si, lo entendí, entendí que mi vida no tenía significado. Entendí que no importaba el hecho de tener una fortuna, sino podías disfrutar de ella, siempre pensando en un futuro y descuidando un presente.
Entendí que no importaba mi vida, porque yo no era feliz. Y eso para mí siempre fue lo más importante, ser feliz siempre tuvo un gran significado en mi vida. Y ahora que no soy feliz mi vida carece de significado.
Y aquí estoy tratando de aferrarme al último gramo de felicidad, tratando de fingir una sonrisa para no despertar sospechas de la persona que ha tratado de hacerme feliz, pero que fracaso.
Con un movimiento mecánico, saco las llaves y abro la puerta. Es curioso como cosas tan triviales pueden parecer de lo más difícil en momentos tan significativos de tu vida.
Con un último suspiro tomo mi bolsa e inicio el camino a casa, no quiero tocar el timbre porque eso significaría encontrarme con David y su sonrisa de falsa felicidad. Rebusco en mi bolso por las llaves, es un milagro que las encuentre, soy un desastre organizándome.
Por fin dentro, todas las luces encendidas, televisor encendido, cojines tirados. Algo ha pasado aquí.
-David-grito con la esperanza de una respuesta.
Escucho un ruido seco en el cuarto, subo las escaleras para ver qué pasa. Me parece tan ridículo, buscas a la única persona que vive contigo y no la puedes encontrar. Es ese momento en el cual te das cuenta de lo inútilmente grande es tu casa.
-¿David?-mi voz se ha convertido más en un susurro que en un grito.
Me dirijo directamente al cuarto principal con la esperanza de que este allí, porque  este plan de buscar a una persona me está aburriendo.
Abro la puerta del dormitorio y no lo puedo creer.
-¡David!-le grite al ver semejante imagen.
-¿Dani?, ¡Dani!, no espera.
Pero no puedo parar, no después de verlo con otra mujer en mi casa, en mi cama. No, no puedo soportarlo. Y así es como se termina ese gramo de felicidad y da paso a un kilo de enojo.
-Dani, espera por favor, te lo puedo explicar- me dijo al bajar corriendo las escaleras. Sumida en las imágenes que acabo de ver no sentí cuando David me toma del brazo.
-Dani, espera te lo puedo explicar.
-Y que se supone que me vas a explicar, que tienes una amante, que durante mucho tiempo me estuviste engañando, que fui una estúpida al pensar que me querías- le dije sacudiendo mi brazo y logrando zafarme de su apretón.
-Suéltame y no me vuelvas a hablar, ni a tocar en tu vida David- le dije y me di la media vuelta intentando contener la postura, y manteniendo lo poco que me quedaba de orgullo.
Volví a hacer el mismo camino que hace poco había logrado caminar, subí en la camioneta y me aleje de esa casa que solo me ha traído problemas. No voltee atrás, seguí mi camino hasta que me fue imposible manejar con los ojos llenos de lágrimas. Estacione y fue en ese momento en el que me di cuenta de que no tenía a donde ir, esa maldita era lo único que tenía. Rebusque en mi bolso y busque un poco de dinero, por suerte traía mi tarjeta de crédito, suficiente para una noche en un hotel, en la mañana decidiría que hacer con mi vida.
¿Por qué decidí mudarme a México si toda mi familia está en New York? A si algo relacionado con hacer mi propia vida. Pues mira que bien te resulto, sin casa, sin esposo y muy limitada de dinero. Eres la mejor Daniela.
-Bienvenida al hotel Posada, ¿en qué le puedo ayudar?- me dijo la recepcionista con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hola, dame la habitación más barata que tengas- le dije
-Claro ¿a qué nombre estaría la reservación?
Me la pensé un buen rato, no quería que nadie supiera que estaba aquí.
-Samantha Robinson-dije, si mentí peo no me importo.
-Muy bien señorita Robinson serian $950 pesos por día- me subrayo el "por día" para que me quedara muy claro.
-Si claro sola dame la llave.
-Aquí tiene, piso 3, habitación 350, gracias por su preferencia y que tenga una buena noche.
Salí de ahí lo más rápido que pude directo a mi habitación, con la esperanza de descansar.
Llegue a mi habitación y me di cuenta de que no contaba con nada de ropa, bueno que esperaba si salí corriendo. Pero no regresare a esa maldita casa si quiere que queme la ropa, pero no regresare.
Me acosté, estaba exhausta. Pero no pude dormir, las imágenes de David y la desconocida en mi cama no me dejaban tranquila y supe que no me dejarían nunca.


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